
El conocimiento al que es posible acceder tiene límites precisos; no importa lo mucho que avancemos, progresemos o evolucionemos, hay ciertas cosas que no vamos a poder saber, como de dónde venimos y que sucede después de la muerte.
Sólo tenemos que confiar, y sobre todo, respetar, respetar a la naturaleza, respetar a la vida, respetarnos a nosotros mismos y por supuesto, a lo otro (personas, animales, plantas, paisajes, ideas, etc).
Pero eso no es lo único que tenemos que hacer. El lugar de la plenitud y la felicidad es aquí - no el Paraíso- y no en algún futuro hipotético, sino ahora. Pero no vamos a poder desarrollar la felicidad - porque es una obra- solos, en soledad, sino uniéndonos, amalgamándonos, ayudándonos, consustanciándonos.
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